Según Angel Rivière el síndrome de asperger es un trastorno
cualitativo de la relación que se caracteriza por la incapacidad de
relacionarse con iguales. Puede manifestarse a través de varias
patologías, entre las cuales se encuentra la falta de sensibilidad a las
señales sociales.
¿Padecen la mayoría de nuestros políticos el síndrome de asperger?
Todo parece indicar que sí, dependiendo de la intensidad de su
incapacidad para percibir las necesidades sociales.
En esta situación, el político es devorado por las prisas y por la
búsqueda irracional de reconocimiento y legitimación ciudadana. Sus
determinaciones son medidas pírricas, es decir, de impacto positivo
inmediato, pero a mediano y largo plazo el resultado es negativo.
Los hechos confirman que los intereses de las y los ciudadanos
transitan paralelamente a los intereses de la clase política. Esta
dinámica lo único que genera es que la mayoría de la población crea cada
vez menos en las y los políticos, propicia que las acciones del
gobierno tengan menos legitimidad social, provoca una profunda
desconfianza, inhibe la participación de la ciudadanía en las cosas
públicas y produce cuestionamientos de fondo a la democracia como un
sistema que efectivamente nos lleva a una mejor calidad de vida. Quizá
este último saldo sea el más pernicioso.
Y en el fondo de todo ello yace esa falta de sensibilidad a las
necesidades sociales: una o varias modalidades del Síndrome de Asperger,
mezclado con la codicia patológica de que hacen gala y han hecho en el
pasado quienes han gobernado este país, al menos en los últimos treinta
años.
lunes, 19 de agosto de 2013
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